Beatriz
Beatriz Hernández, una mujer inspiradora cuya idealizada sensualidad intrínseca alimenta las ilusiones de quienes amamos esta urbe.
Con el paso del tiempo, se ha convertido en una velada interpretación propia de la divinidad femenina, como una madre tierra, a quien algunas veces se le atribuye el espíritu de mexicanidad arraigada que emana de Guadalajara. Esta escultura es incluso más querida que la advocación de Palas Atenea, “La Minerva”, diosa de la sabiduría y de la guerra justa, quien simbólicamente custodia nuestra ciudad.
Guadalajara. Ciudad de símbolos artificiales que constantemente se devora a sí misma en pos de reinvenciones irracionales. No obstante, y a pesar de ello, la devoción sorda hacia nuestra Beatriz se propaga cada vez más.
La escultura es una obra creada en 1987 por el artista tapatío Ignacio Garibay Anaya.
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